“Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios, mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” Salmos 119:164,165
Este verso me llevó a afirmar el poder que tiene la Palabra de Dios en la vida de aquellos que valoran su contenido y se esfuerzan por conocerla, leerla escucharla, memorizarla, obedecerla y meditar en ella.
En el año 2010 sufrí accidentalmente de una pancreatitis severa y estuve al borde de la muerte. Después de salir del hospital, solo quería pasar mas tiempo con Dios. Recuerdo con gratitud como mi esposo me leía salmos todos los días en el hospital como si fuera la única medicina que me sanaba, aún cuando no podía arrodillarme ni estar cómoda de alguna forma, me postraba inclinando mi cuerpo hacia El, solo para adorarlo y estar quieta en su presencia, agradecida y aun sin tener mucho que decir.
Experimente el poder de la Palabra de Dios y me sentí muy inspirada a motivar a todo aquel que quisiera oírme, a que pasen mas tiempo con Dios, a hablar mas con el, a aprender a escucharlo, procurar mas su amistad y favor.
Salmos 119 tiene 176 jugosos versos que expresan la riqueza, profundidad, valor, trascendencia, divinidad, cualidades, veracidad, poder, dulzura, efectos y muchas cosas mas de la Palabra de Dios. Hablar con Dios es bueno, expresar nuestra alma, desahogar el corazón, rogar su favor vacía nuestras emociones; pero escuchar hablar a Dios, oír sus mandamientos, obedecer sus consejos da conocimiento, sabiduría, poder, sana el cuerpo, sana el alma, salva, transforma y nos prepara para la eternidad.
Mientras estuve en el hospital leí la Biblia casi todos los días, y fue para mí medicina a mi cuerpo. Después de tres años y seis meses de haber pasado ese episodio de pancreatitis, estoy completamente segura de haber experimentado sanidad por la Palabra de Dios, siento que esto es una realidad para mí, la Palabra de Dios es medicina a nuestro cuerpo, alma y espíritu. ¡Cada Palabra cuenta!
“Hay mucha paz para los que aman tu ley” (Salmos 119:165a) Acabo de cumplir 54 años, cuando me acuesto y recuerdo no haber leído la Biblia por alguna razón, siempre pienso cuando tenía 13 años compartía el dormitorio con mi madre, y mi hermanita menor, y aveces solía leer mi Biblia con una linterna o con la luz de la cocina para no perturbar el sueño de ellas, pero no podía dormir sin leer la Palabra de Dios. Esta Palabra, estos mandamientos, me han guardado sin tropiezo en la vida, a pesar que hubieron muchas piedras en mi largo caminar en las que no solo hubiera tropezado sino que hubiera caído para no levantarme jamás. “no hay para ellos tropiezo” (Salmos 119:165b).
La Palabra de Dios ha impactado tanto mi vida y le dije a mi esposo que me gustaría que pudiéramos orar tres veces al día como lo hacía Daniel y alabarlo siete veces al día como David. Quiero seguir experimentando esto cada día, no solo en los tiempos turbulentos sino, en cualquier momento. Tu puedes comenzar hoy! Ora conmigo esta oración que sale de lo mas profundo de mi corazón, pues estoy sana y agradecida del poder de la Palabra de Dios: “Señor quiero alabarte siete veces al día, no solo tres, sino el numero perfecto, siete. Alabar tu Palabra que son tus justos juicios. Hablar de ella con mis hijos, mi esposo, mis amigas, amigos, discípulos, desconocidos, remarcar tus dichos y sustentarlos con la veracidad de lo que haz dicho, por que muchos han documentado esto antes que yo naciera, y en los años de mi vida ya me siento parte de tu eternidad, como que puedo sentir a María oyendo al Angel y creyéndole, o a Moisés recibiendo las tablas, a Josué recibiendo tu consejo, a Debora actuar con confianza, a Ester con atrevimiento por lo que había oído de lo que tu habías prometido para tu pueblo. Este año quisiera que los ojos de mi entendimiento sean abiertos para conocerte mas por tu Palabra. Amén”