LA BENDICION DE APRENDER EL OFICIO DE MI MADRE

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El dolor de mi corazón por la separación de mis padres cuando yo tenia 12 años, tuvo una fijación en la máquina de coser de mi madre, porque a mi no me gustaba ver a mamá todo el tiempo en la máquina de coser. Muchas veces yo me acostaba con el arrullo del sonido de la máquina de coser y me despertaba con la alarma del sonido de la máquina de coser por que mi madre era una Modista de alta costura y ella decidió trabajar en el taller de su casa para sostener su familia.

Forzadamente aprendí a hacer bastas, a desatar costuras, hilvanar y candelillar;  el mirar constantemente telas, hilos, tijeras, máquinas y moldes, desarrollaron en mi esa habilidad que jamás quería demostrarla en la casa de mi madre por que yo detestaba ver a mi madre coser tanto. Mi dolor no me permitía ver la alegría que ella tenía al ver a sus clientes felices por su trabajo. Ella era la mujer mas feliz del mundo con su oficio por que había aprendido a coser desde muy niña con la máquina de coser que le regaló su abuelo y conocía estas maquinas como sus juguetes de niña. Cosía cantando, aveces orando y llorando, y la mayoría del tiempo las clientes se pasaban horas y horas riendo y llorando con ella porque era una muy buena consejera y daba muy buenos testimonios de los milagros que Dios había hecho en su vida.

Muchas veces el dolor que sentimos por los sufrimientos de la vida no nos permite ver las grandes bendiciones que hay en nuestro diario vivir. 

Ahora que estoy cosiendo el vestido de novia de mi hija, he estado recordando la alegría de haber visto a mi madrecita tan feliz con su oficio y hacer tan feliz a muchas personas. Fue una bendición ver que ella cosía vestidos tan finos, lindos, elegantes y sofisticados. Fue una bendición verla que complacía a sus clientes con muchísimos detalles y pasaba horas y horas pacientemente, trazando telas, diseñando aplicaciones a los vestidos, sin encontrar ninguna dificultad a ningún trabajo. Siempre es y será una bendición el haber aprendido el oficio de mi madre.

Amigos, no permitan que el dolor de su diario vivir ciegue sus ojos para no ver que en medio de los sufrimientos también hay grandes bendiciones. “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” Romanos 8:28 (NVI)

El aprender el oficio de tu madre o de tu padre siempre será una de las mas grandes bendiciones. Aunque no soy una modista de alta costura como ella lo era, puedo recordar con mucha felicidad y gran satisfacción el haber cocido mucha ropa para mis hijos. Lo mas grande en estos momentos es poder bendecir a mi hija con el vestido de novia que ella desea y si no hubiera aprendido a coser como mi madre yo nunca pudiera haber tenido esta felicidad tan grande.

Tu puedes comenzar hoy a disfrutar lo que parecía tan tedioso, triste o doloroso; busca en tus recuerdos lo que aprendiste de tus padres y dales el valor que se merecen. Puede ser que ellos no se hayan graduado de Harvard, pero lo que hacían para traer un pan a tu mesa, se puede convertir en tu mejor tesoro. “Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes. Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir” Proverbios 31:24, 25 (NVI)

Comienza hoy, cambia tu manera de pensar, practica un poquito cada día, esfuérzate y serás tan feliz como lo soy yo en estos momentos.

Cloty Julca