Vivimos en una cultura de gratificación o satisfacción inmediata. Donde todo o casi todo lo queremos ya; y si no lo tenemos inmediatamente, nos enojamos, nos frustramos, lloramos y algunos hasta gritan, se quejan y patalean.
Ahora tenemos comida rápida, bebidas rápidas, viajes rápidos, lavado rápido, internet rápido, telefonía rápida, medicinas de efecto rápido, etc. etc. etc.
La frustración es un efecto rápido por no tener lo queremos rápido. Nos frustramos, nos enojamos y nos mortificamos como consecuencia de salirnos del camino de la costumbre de lo rápido.
Hay un dicho que dice: “Si quieres una calabaza espera un mes, pero si quieres un roble espera cien años”. Lo que de verdad vale la pena no se hace de la noche a la mañana. Dice otro dicho: “No se ganó Zamora en una hora” Ni tampoco se gana una vida o un sueño que valga la pena en una hora.
Todo en la vida tiene un precio, “lo barato sale caro” decimos. Conozco una historia del dueño de una joyería que al salir de vacaciones dejó una vitrina con unas joyas para rematar por el bajo precio de 30 dólares por pieza, por equivocación les puso el precio de 300 dólares y al regresar se sorprendió al ver que todas se habían vendido casi de inmediato. Al razonar sobre esto se dio cuenta que las personas creyeron que eran joyas muy finas por el precio elevado que tenían y las compraron de inmediato. Amigo, en el fondo las personas saben que lo bueno cuesta. Y lo bueno es duradero. Realmente lo caro al final de cuentas sale más barato.
La Biblia dice que Dios no dio al pueblo de Israel la tierra prometida de un día para el otro. Tenían la seguridad de que toda esa buena tierra les pertenecía pero tenían que conquistarla poco a poco, ¿por qué? porque no quería que las fieras del campo los consumieran (Exodo 23:29, 30) “29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. 30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra”. Y en Deuteronomio 7:22 dice: “Y Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti”
Aquí hay mucha sabiduría en estas palabras, si Dios echaba enseguida a las tribus de la tierra prometida para que los Israelitas vivieran allí, entonces quién cultivaría la tierra?, quién mataba las fieras del campo?. Los israelitas necesitaban de esas tribus de persona malas y Dios usó a esa tribus para ayudar a Su pueblo. Así nosotros necesitamos de las tormentas de la vida, de los problemas, desafíos y piedras en el camino. Y Dios usa los obstáculos, la inmadurez de las personas y de nosotros mismos para ayudarnos a conquistar lo verdaderamente importante.
Dios no es Dios de cosas rápidas, El es lento pero seguro. Nosotros somos los apurados, Dios hace las cosas despacio, El no está apurado. El pudo haber creado todo en un día o en una hora o en segundo o aún en menos de un segundo; una fracción de segundo es nada para El. Pero hizo todo en siete días.
Por apurados cometemos errores y después vienen los lamentos y las excusas. Si quieres algo bueno ve por lo seguro, no te apures. Quieres algo rápido? pues no estés seguro de ello.