En el matrimonio la práctica de la gracia de Dios es tan importante como son inevitables los conflictos. Debe ser tan frecuente como los son los malos entendidos los errores y las fallas.
Si Dios tuviera que tratarnos de acuerdo a lo que merecemos, nadie saldría bien librado, todos seríamos hallados culpables. Esa es la razón por la que no podíamos ni podemos salvarnos a nosotros mismos y por eso es, que Jesucristo murió por nosotros para justificarnos y salvarnos del juicio. “8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:8, 9
La gracia es: TRATAR A LAS PERSONAS MEJOR DE LO QUE MERECEN. Así es como Dios nos trata. Esta es también una de las piezas centrales de la ética y vida cristiana:
“Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan. 29 Al que te hiera en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, no le niegues tampoco la túnica […] Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es bondadoso para con los ingratos y perversos. 36 Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso” Lucas 6:27–29; 35–36. Estos mandamientos son perennes y cuando nos casamos no dejan de ser ordenanzas de Jesús. Si en todo tiempo y con todos debemos devolver bien por mal, entonces debemos hacerlo mucho más en el matrimonio.
La gracia de Dios en nosotros debe reflejarse en el perdón y la tolerancia. Perdonando los errores, las faltas y los pecados que nuestro cónyuge cometa contra nosotros. Tolerando sus malas actitudes y sus carencias de conocimiento, disciplina y experiencia. “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. 16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él 18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” Colosenses 3:12-19
Si tan solo nos tratáramos así como Dios nos trata con gracia, todo sería distinto y la felicidad y la armonía reinaría en la relación matrimonial.
Varón perdona y tolera a tu esposa. Dama perdona y tolera a tu esposo. Trátense como Dios los trata y verán y sentirán la diferencia. “…de gracia recibisteis, dad de gracia” Mateo 10:8